LOS DIRECTORES
María Cecilia Egan, por Sánchez:

Eduardo J. Sánchez Rugeles, por Egan:

LOS COLABORADORES
Mel Camacho, por Marlene:
Cuando Sergio dejó el grupo Menudo, Mel participó en un casting que se realizó en el teatro La Campiña para sustituirle. En ese concurso se impuso la palanca de Jonathan Montenegro (recomendado por Hugo Carregal) lo que, para Mel, representó un gran trauma. Hizo la escuela primaria en el Colegio Santa Mónica, repitió séptimo en el Rómulo Gallegos de Los Chaguaramos (hoy desaparecido), logró sacar noveno en Las Colinas, en Bello Monte, y terminó graduándose en un parasistemas que, ilegalmente, funcionaba en Sabana Grande. A mediados de los noventa entró a la Escuela de Filosofía en la Universidad Central de Venezuela y obtuvo su título con una polémica tesis titulada “Erotismo tropical”. Mel posee una imaginación incendiaria y una memoria, particularmente, selectiva. En sus ratos de ocio escribe ensayos eróticos en los que explora intersticios y espacios privados de la ochentería y la noventería caraqueña. Mel, en su trabajo, reflexiona sobre la intimidad de los personajes de las telenovelas e invita al lector (los seis idiotas que le conocemos) a enriquecer su imaginario local con cuadros carnales que, probablemente, nadie ha tenido el ingenio de concebir. Escribió un par de notas para el efímero portal Éxigo y, actualmente, dicta clases de castellano en un instituto de educación superior. Lo conocí en 1998 en el Cordon Blue de Plaza Venezuela (creo que me lo presentó Lautaro). Me sedujo desde el principio. En aquella reunión, totalmente borracho, describía ante un grupo de acólitos lo que habría sido la primera felación de Topacio: habló de una Topacio acuclillada que tanteaba la entrepierna de su galán Jorge Luis; habló de los ojos en blanco de Víctor Cámara quien, extasiado, se agarraba de las orejas de la ciega; tonos de piel, reflejos, olores, fricaciones… Mel lo describía todo. Finalmente, nos habló de la sonrisa traviesa de Grecia Colmenares que, a pesar del shot de garganta, burbujeaba Cerelac. Ese era Mel. Ese es Mel. Por petición de Cecilia y Eduardo se ha comprometido a moderar su temperamento lascivo en las Noventerías. Sus primeros trabajos en el blog, para sorpresa de todos, se alejan considerablemente de su habitual estética.
Gala Saavedra, por Egan:
De Gala no puedo decir mucho. No porque sea una persona particularmente misteriosa, sino porque –simplemente– no la conozco bien. Sé que estudió en un colegio católico, y que luego anduvo picoteando carreras en Caracas (Letras, Sociología, la última fue Estudios Liberales), pero nada le satisfacía. Ahora está por terminar un major en Estudios Hispanoamericanos en alguna universidad gringa, bajo amenaza de muerte de sus padres. Tropezó con este blog por casualidad, mientras buscaba material para un paper sobre memoria e identidad y, también por casualidad, resulta que conocía a la mitad de sus escritores. Sus planes futuros, inciertos. Tal vez haga un PhD, tal vez dé clases en un community college. Pero regresar a Venezuela, en sus propias palabras, “sólo con los pies pa’lante”.
Marlene Tavares, por Mel:
Marlene pertenece a esa generación aturdida y modelada por la emergencia de Eduardo Palomo. Lo descubrió en la segunda parte de Alcanzar una estrella donde interpretaba al hermanastro de Ricky Martin. Lo siguió de cerca en Yo compro esa mujer para, finalmente, alienarse del todo con su caracterización de Juan del Diablo en el popular teledrama Corazón Salvaje. Marlene se compró el disco de Eduardo Palomo y, además del single promocional “Mudándome de ti”, se aprendió todas las canciones inútiles que, afortunadamente olvidadas, formaron aquel horrible compendio. Estudió en el Colegio San Ignacio de Loyola hasta que, en noveno grado, la botaron. No recuerdo dónde se graduó de bachiller. Marlene es Licenciada en Letras por la UCV y, en ese recinto, como en los tiempos escolares de afición a Palomo, asumió un nuevo objeto de afecto. Marlene tiene, aproximadamente, 10 años de noviazgo con mi buen amigo Julien Alonzo Calo. Vale señalar que Marlene tiene un temperamento frágil, sentimental, culebrero, risible y, a ratos, irracional.
Cipriano Malpica, por Egan:
Conocí a Pano Malpica a mediados de los 90, cuando iba a clases de teatro en el San Agustín del Marqués. En aquel entonces, era un tipo tímido, incómodo en su propio pellejo. A pesar de su inherente mal humor, Pano era bastante cándido y de buenos sentimientos. Las cosas no han cambiado demasiado. Le perdí la pista por bastantes años hasta que me lo encontré presentando el examen de admisión en la UCAB. Él quería estudiar Letras en la Central, pero su viejo insistió en que debía estudiar en una universidad privada. Y Letras, por supuesto, no era una opción. Así que Pano Malpica es hoy en día un infeliz administrador de empresas que vive en Londres, donde se dedica a cualquier cosa menos aprender inglés o trabajar en su carrera. Es un lector compulsivo. Escribe bastante mal, carece de estilo (“para eso estás tú, para que edites mis mamarrachadas”, suele decirme), pero hay que admitir que es un tipo bastante observador y tiene una memoria de elefante, elementos que lo hacen un perfecto cronista.
1 comentario:
Buenos relatos, que tiempos aquellos.
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